Entraba por casa al mismo tiempo que llegaba la primavera, mostraba movimientos sinuosos junto con las llaves que colgaban de una cadena... Se frenó en seco y escuchó el silencio, después de tres meses fuera de casa en la carretera, no había podido encontrar un reducto de paz en ese maldito autobús. Se miró en el espejo y no le gusto lo que tenía delante... los excesos y las noches interminables sin duda le estaban pasando factura. Avanzó por la penumbra de su hogar, y por un momento le habría gustado seguir en ese autobús que le había llevado de gira durante las últimas semanas por todo el país...
- Demasiado silencio, demasiada tranquilidad, musitó. Y dando media vuelta con la chaqueta aún en la mano decidió que un bar sería el lugar idóneo donde encontrar ese revuelo que tanto ansiaba.
Y así volvió a desaparecer con un portazo, vestido con los mismos pantalones de cuero negro con los que se había pertrechado tres meses antes y un fajo de billetes que un tiempo atrás había abultado más de el doble que a día de hoy, pero con el que todavía podría pasar unos días de vicio y perversión.
Llamó al primer taxi que pasó por su lado:
- Al bar más cercano. Le espeto a un anonadado taxista que no sabía si tenía en el asiento de atrás a una estrella de rock o a la mismísima muerte mirándolo a los ojos.
- Como usted mande. Respondió como pudo el conductor.
Y tras diez minutos de viaje el coche se frenó delante de un bar oscuro y con una decoración que bien podía haber estado de moda hacía treinta años.
Pagó la carrera con un billete de 20, dejando el resto en propina para asombro del taxista y cruzó el umbral de la puerta que en realidad representaba su propio alcoholismo.
Dentro de la taberna los parroquianos se dedicaban a beber chatos de vino y jugar al mus ajenos al nuevo cliente que acababa de entrar. Se acercó a la barra:
- Una cerveza y un chupito de jack. Susurro con voz temblorosa, y en ese momento el resto de la clientela del bar se giró hacía él con una mirada unánime de desaprobación y desconfianza, pero al cabo de unos minutos ya volvían a estar todos sumidos en sus menesteres.
Las rondas se fueron sucediendo siempre con la misma premisa:
- Una cerveza y un chupito de jack...
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