Hasta que el camarero le advirtió que en menos de una hora cerraría el bar. Rebuscó en sus bolsillos y encontró un papel arrugado donde aún se podía distinguir el teléfono de su antiguo camello, sin pensárselo dos veces se acercó al teléfono público del bar y se dispuso a marcar... segundos después se escuchó una voz temblorosa al otro lado del teléfono.
- ¿Quién coño llama a estas horas?
- Soy Martin, pregunto por el Rata.
- ¡¡Joder Martin!! La voz del camello había cambiado totalmente. - ¿Donde te habías metido? ¡Llevo meses llamando a tu casa!
- Me fui de gira, ¿recuerdas?
- ¡¡Joder es cierto tío!! ¿Y ya has estas de vuelta?
- Estoy en mi antiguo barrio, tirado en un bar de mala muerte, ¿puedo pasar a verte?
- Por supuesto tío, mi casa es tu casa, ven cuando quieras. Y sin siquiera despedirse colgó el teléfono.
Así se vio andando durante media hora sin encontrar ningún taxi, dando tumbos por las calles desiertas hasta que llegó al portal del camello. En otra época había habido un telefonillo pero ahora sólo quedaba un gran hueco con cables viejos y pelados. Empujó la puerta del portal y esta cedió sin problema, subió hasta el primer piso y llamó a la puerta que se encontró de frente a las escaleras, esperó sin hallar respuesta, volvió a aporrear la puerta con sus nudillos, esta vez con más intensidad y entonces escuchó una voz lejana que no llegó a comprender.
- ¿Rata, estas ahí? Se escucharon unos pasos arrastrados por el suelo y un montón de cerraduras y cerrojos en movimiento. La puerta se abrió y apareció un personaje con la cara desfigurada y una extraña sonrisa que dejaba ver una dentadura con apenas cuatro dientes [...]
- Joder rata, ¿de verdad eres tú? El tiempo realmente te ha tratado mal hermano...
- Martin colega!!! Exclamo el camello. Ya sabes el vicio que me puede... y otra vez más volvió a mostrar la desdentada dentadura.
- Pero pasa tío, ¡no te quedes en la puerta!
Entró en la casa, cuyo mobiliario no era más que una mesa en pésimas condiciones y tres sillas en un estado no menos cochambroso.
- Joder colega, ¿qué ha pasado aquí?
- Nancy se fue con todo tío, y desde entonces nada a sido igual. Se llevó mi pasta, los muebles, el coche...
¡¡hasta el maldito perro tío!! ¡Y ella odiaba a ese jodido perro! Pero bueno es lo que hay, procuro pasar página...¿quieres un tirito?
Y mientras sacaba una bolsita del bolsillo se encendió un cigarrillo.
- ¡Por supuesto hermano! ¡¡La duda ofende!!
Prepararon las rayas encima de un viejo vinilo de Led Zeppelin y se las metieron por turnos, ambos con una sonora aspiración.
- Por los viejos tiempos Martin, declaró el camello.
- Bueno y ahora a los negocios. ¿Cuánto quieres?
- Un par de gramos de esta misma, y... ¿tienes algo de jaco?
- Pues claro que tengo jaco, ¿con qué puto camello crees que estas tratando tío?
- No has cambiado nada hijo de puta, susurró alegremente. - Pues echa otro gramo a la cuenta.
- ¡Dicho y hecho! Preparó las bolsitas y se las entregó con una expresión de satisfacción.
- Gracias colega, siempre es un placer visitarte, le dijo mientras le entregaba un pequeño fajo de billetes.
Se levantó y justo en el quicio de la puerta se giró:
- Pronto volveremos a vernos Rata, cuídate.
Pero antes de que cruzase el marco de la puerta el camello le llamó la atención:
- ¡Eh!, Aquí faltan 20 pavos...
- Como digas tío, no sabía que habías subido la tarifa.
- La vida está cara Martin, además me llaman el Rata por algo hermano, dijo volviendo a mostrar esa peculiar dentadura...
...