Con tintes de rock y trasnoche, saciado
por el banquete de la abundancia, apareció postrado ante el altar...
Su cara reflejaba malestar, y sus ojeras pedían horas de sueño
desde hacia varias noches.
- Alguien sabe donde está la
novia? -preguntó la niña de la primera fila-
...Y en ese momento un golpe seco
retumbó en la iglesia... La novia irrumpió tambaleándose, con una
sonrisa mezcla de picaresca e inocencia.
Todos callaron.
Entonces a aquel viejo rockero vestido
de pingüino le dio un vuelco el corazón. Ahí estaba ella, en ese
estado semi ebrio que tanto le gustaba.
Recordó cuando se conocieron, en
aquella fiesta de la universidad donde todo el mundo pasaba de todo
el mundo, y tan sólo una chica se fijó en él. Cultivaba una mirada
colocada la mayor parte del tiempo que, junto a los ojos achinados por las
circunstancias, robó el corazón de un risueño veinteañero.
Sacudió la cabeza como si de un mal
sueño se tratase, quizás fuera esa jodida resaca la que le hizo
torcer el gesto, pero el público interpretó este como un signo de
negación o incluso arrepentimiento.
Pero ella no.
Ella sabía como era él, sabía que
estaba a punto de pasar el resto de sus vidas con aquel aspirante a
hombre, llevaba muchos años arrancándola sonrisas y la idea de
pasar juntos una vida la hizo mojar esa cara lencería que había
comprado para la ocasión...
Y sin quererlo su cabeza había
retrocedido cinco años atrás, a la noche de la fiesta con los
compañeros de clase. La noche en que el chico con aires de estrella
de rock, que apenas conocía, entró en su vida y la unió con la
suya a base de sucios polvos por los peores bares de la ciudad.
Pero eso pasó ya hace mucho tiempo,
tanto, que las borracheras periódicas que compartían desde aquellos
años, habían borrado gran parte de sus recuerdos, y todo era muy
difuso en cuanto a un pasado juntos. Habían recorrido Europa
persiguiendo festival por festival, grandes giras de sus grupos de
rock favoritos, y si no fuera por las fotos que guardaba en su
portátil, los recuerdos serían aún más difusos...
Pero esa era la vida que habían
elegido, eran la puta pareja más marchosa que te podías encontrar
en una fiesta, la gente les había visto celebrar sus triunfos y
ahogar sus penas juntos. Era una relación de buenos amigos que
compartían cama, barra e intercambiaban fluidos allá donde
fueran... y esa es la vida que siempre quisieron tener.
Entonces una voz la devolvió de un
plumazo al lugar donde estaba, esa voz ronca y seca que tanto la
gustaba...
- Cariño, ¡estás preciosa!
Y al mirar aquellos ojos, que tenían
el mismo brillo que hacía cinco años, se le aceleró el corazón.
Tragó saliva y agarró su mano, fuerte
y firme.
- Gracias, tú tampoco estás nada
mal. -contestó mientras le guiñaba un ojo-
Ambos sabían perfectamente que eso no
era cierto, una despedida de soltero el día antes de la boda, nunca
fue buena idea. Pero ese había sido el trato, sentados en aquel bar
de Londres, habían decidido casarse celebrando una despedida de
soltero por todo lo grande, la víspera de la boda y a poder ser, ir
un poco borrachos a la iglesia para darle un toque de emoción...